Como la foto lo demuestra, el pollo puede verse delicioso y saber completamente diferente a lo que nuestro paladar acostumbra esperar. La foto, (y no es la primera vez en este blog), no tiene que ver y sí tiene que ver con una receta que me recuerda a esta necesidad de variar/ocultar el sabor anodino de esta carne en específico.
Porqué desear enmascararla? Por una cuestión de refinamiento. Es decir, para no aburrirnos cuando sólo hay pollo y maní crudo en la heladera.
Pollo que no sepa a tal
Utensilio específico: una jeringa
Ingredientes:
Vinagre con sal
2 tzas. o más de maní crudo, pelado y sin cáscara (esto se consigue remojando al maní en agua tibia)
2 cdas. comino en grano
2 vainas de ají amarillo remojado y desvenado.
1 pollo entero, despresado
Preparación:
Inyectar al pollo con la mezcla de vinagre y sal en todas las presas con ayuda de la jeringa. El jugo debe penetrar en la carne.
Licuar el resto de los ingredientes con un poco de agua.
En una fuente para horno, acomodar las presas y cubrir con la pasta obtenida. Dejar reposar de un día para el otro. Hornear hasta que los jugos del pollo sean completamente transparentes y el dorado se vea apetitoso.
Esta receta es simple, el marinado ayuda a prepararla y olvidarse. El sabor será fuerte, recordando un poco a otro animal más noble y entretenido, el cerdo. Sobre el cerdo no tengo de qué quejarme, aunque no pueda ser plato diario por razones de peso, ciertamente su versatilidad lo hace más que apetecible...
Porqué desear enmascararla? Por una cuestión de refinamiento. Es decir, para no aburrirnos cuando sólo hay pollo y maní crudo en la heladera.
Pollo que no sepa a tal
Utensilio específico: una jeringa
Ingredientes:
Vinagre con sal
2 tzas. o más de maní crudo, pelado y sin cáscara (esto se consigue remojando al maní en agua tibia)
2 cdas. comino en grano
2 vainas de ají amarillo remojado y desvenado.
1 pollo entero, despresado
Preparación:
Inyectar al pollo con la mezcla de vinagre y sal en todas las presas con ayuda de la jeringa. El jugo debe penetrar en la carne.
Licuar el resto de los ingredientes con un poco de agua.
En una fuente para horno, acomodar las presas y cubrir con la pasta obtenida. Dejar reposar de un día para el otro. Hornear hasta que los jugos del pollo sean completamente transparentes y el dorado se vea apetitoso.
Esta receta es simple, el marinado ayuda a prepararla y olvidarse. El sabor será fuerte, recordando un poco a otro animal más noble y entretenido, el cerdo. Sobre el cerdo no tengo de qué quejarme, aunque no pueda ser plato diario por razones de peso, ciertamente su versatilidad lo hace más que apetecible...